El septuagenario Luis Espino coloca con las manos temblorosas un ramo de flores sobre la tierra mojada de la tumba de su hermana, tío y sobrino. Ni la pandemia, ni la previsión de lluvia ni la posibilidad de aglomeraciones, tan peligrosas en estos tiempos y más para él, le impidieron acicalar las sepulturas de sus familiares en un atípico Día de los Difuntos en Panamá.
"Yo siempre cumplo con las normas que dice el Gobierno. Pero hoy tenía que venir a visitarles", cuenta a Efe Espino en el Cementerio de Amador, ubicado en el barrio de El Chorillo, una de las áreas más pobres y conflictivas de Ciudad de Panamá.
En las faldas de Cerro Ancón, donde ondea una inmensa bandera tricolor de Panamá que recuerda "el mes de la patria", se encuentra el cementario histórico y abarrotado de tumbas, donde la humedad corroe las cruces blancas de piedra y madera. Allí descansan expresidentes, políticos, militares, escritores y centenares de panameños.
Al contrario de otros años, este 2020 los cementerios de Panamá han recibido menos público y mantienen un estricto protocolo de bioseguridad en un esfuerzo por mantener controlados los indicadores de la covid-19, que desde hace dos meses permiten ensayar una "nueva normalidad" con cautela y una batería de limitaciones.
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Solo 30 minutos
"A mi me ha gustado este año, hay más seguridad. Todos los años esto está abarrotado y los pelados (jóvenes) robaban las flores que ponías para venderlas", dice apurado Espino, oriundo de El Chorrillo, pues solo tiene media hora para visitar las dos tumbas de sus familiares.
En la entrada del campo santo, personal del Ministerio de Salud, de la Policía Nacional y de la Alcaldía de Panamá toman la temperatura y desinfectan las manos a los asistentes, quienes para poder pasar deben obligatoriamente estar ataviados con mascarilla.
La burbuja familiar no debe sobrepasar los cinco miembros y solo tienen 30 minutos para visitar las sepulturas. Este reglamento se aplica en los ocho cementerios municipales de la capital así como en los privados.
"Hemos visto pocas mujeres embarazadas, casi ningún niño, que es lo que pedimos, y las personas adultas vienen acompañas y ataviadas con mascarilla y protector facial", cuenta a Efe la directora de servicios a la comunidad de la Alcaldía de Panamá, Kathia Duarte.
Ante la celebración del Día de los Difuntos y de las fiestas patrias, que generan una gran movilización de personas hacia el interior y las recién reabiertas playas, el Ministerio de Salud recomendó a adultos mayores y menores de edad no visitar los cementerios, ni los supermercados ni aquellos lugares donde se puedan formar aglomeraciones.
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Nadie rompe las reglas
Duarte relata que para este lunes se esperaban "menos personas", ya que la jornada anterior hubo "una afluencia muy fuerte". Sin embargo, cuenta sorprendida que este año los familiares "han llegado a lo largo de la semana para hacer reestructuraciones en las tumbas, que normalmente se hacen este 2 de noviembre".
"La ciudadanía ha tomado conciencia (de la pandemia)", valora la funcionaria.
Panamá, con 134.336 casos y 2.706 muertes por el covid-19, es el país más golpeado de Centroamérica en cuanto a número de contagios (Guatemala acumula 3.738 muertes), y el pasado 12 de octubre cerró un accidentado proceso de reapertura de casi todas las actividades económicas no esenciales y desconfinamiento de la población.
Dentro del precario cementerio, donde se aprecia la característica desigualdad de Panamá, pues están los que pueden permitirse una lápida de mármol y quienes acuden con un cubo de pintura blanca a colorear las sepulturas, un grupo reducido de personas decoran con flores, limpian y lloran a los que ya no están.
Con mascarillas y distanciamiento, los visitantes apuran los últimos minutos. Nadie rompe las reglas, un comportamiento que ha adoptado la sociedad panameña y que ha sido objetivo de felicitación por parte de las autoridades.
"Me ha gustado el día de hoy, hay calma", se despide Espino tras agotar el poco tiempo que tiene este "raro", como él lo define, año 2020.